Capítulo 268
Capítulo 268: Son Marido y Mujer
Legitimos, reconocidos por la ley..
Al pronunciar esas palabras, Santiago lucia una expresión de orgullo.
Alonso nunca lo habia visto ast; conocía bien a Santiago, su orgullo y arrogancia,
nunca alardeaba ante otros.
Incluso al obtener el control de la Corporación Mendoza, nunca lo había proclamado
tan abiertamente.
Y ahora, su orgullo era evidente.
Ese orgullo dejó a Alonso sin palabras por un momento, sin poder digerir el
significado detrás de sus palabras.
Después de un rato, Alonso finalmente captó la esencia de sus palabras.
Legitimos, reconocidos por la ley…
Alonso pareció darse cuenta de algo, su expresión cambió, pero su primera reacción
fue de incredulidad.
¿Cómo podría ser? ¿Cómo podría ser como él pensaba?
Una relación legítima, reconocida por la ley, ¡significa que son esposos!
Ja…
De repente, Alonso frunció el ceño profundamente, fijando su mirada en Santiago,
queriendo confirmar palabra por palabra.
-¿A qué te refieres?
Qué inteligente es Alonso.
Decir que él solo ha estado al mando de todo el Grupo Valenzuela todos estos años
no es exagerar en lo más mínimo.
Santiago sostuvo su mirada, destrozando la última pizca de esperanza que quedaba
-Es exactamente lo que estás pensando Si no me crees, pregúntale a ella.
Ella…
Como si sintiera que la nombraban, Valentina despertó sobresaltada.
Al levantar la vista, se encontró con la mirada de Alonso.
Esa mirada, un tercio de contención, un tercio de resistencia, un tercio de miedo,
dejando un pequeño resquicio para la esperanza.
-Valen…. Exclusive © material by Nô(/v)elDrama.Org.
Cuando Alonso se dirigió a Valentina, incluso su voz temblaba.
Solo pronunciar su nombre le hacía imposible formular la pregunta que seguía.
Valen…
¿Es cierto lo que él dice? Tú y Santiago… no son esposos, ¿verdad?
Te casaste, pero ¡no fue con Santiago! ¡Tiene que ser así!
Alonso clamaba en su interior.
Pero de repente, se dio cuenta de que parece que nunca había visto al supuesto esposo de Valentina del que ella siempre hablaba.
Pensó que no importaba quién fuera «el esposo».
Incluso llegó a pensar que, si Valentina estaba casada y tenía un esposo, Mendoza no
se atrevería a acosarla tan descaradamente.
¡Santiago debería mantener su promesa a Lucy!
Pero en ese momento, parecía como si algo en su mirada comenzara a derrumbarse,
incluso perdiendo el deseo de preguntar, evitando conocer la respuesta.
-Alonso…
La emoción en sus ojos asustó a Valentina.
Aunque no podía recordar el pasado, su instinto le decía que nunca había visto a
Alonso de esa manera
-No digas más -La desolación en los ojos de Alonso se intensificaba,
Tan intensa que Valentina quería aún más conocer la naturaleza de su relación
Finalmente, Valentina hablo de nuevo.
-Alonso, no te recuerdo, pero siento como si te conociera!
Alonso trunció el ceño, mirándola, su rostro elegante y apuesto se llenó de
confusión.
Como si de repente recordara la serie de preguntas que Valentina le había hecho
antes.
En un principio, pensó que Valentina estaba enojada con él, pero ahora, se daba
cuenta de que tal vez no era enfado.
¿Que ha pasado?
No tuvo tiempo de preguntar, como si por un acuerdo tácito, Valentina mostró una
sonrisa.
-He olvidado lo que pasó antes.
Incluyendo a Alonso.
La sonrisa de Valentina estaba mezclada con un toque de disculpa.
Como si al olvidarlo, se sintiera profundamente culpable, pues podia sentir
claramente el cariño que «Alonso» tenía por ella.
-Debes haber sido muy bueno conmigo, lo siento.
Las palabras de Valentina parecían haber derribado algo por completo.
Alonso se sintió momentáneamente aturdido, con un mareo sobreviniendo y la
respiración dificultosa.
-¿Qué te pasa, Alonso? -Valentina lo sostiene preocupada.
Alonso parpadea, recuperando poco a poco su compostura habitual.
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Después de un momento, logra esbozar una sonrisa y mira a Valentina con ternura y
adoración.
-Estoy bien, no te preocupes si no recuerdas lo de antes. La próxima vez que nos veamos, te lo contaré con calma. Hay mucho viento afuera, deberías volver a casa.
Insiste en que ella regrese a casa, lo que incluso sorprende a Santiago con una chispa de asombro en su mirada.
-Oh–Valentina lo mira de nuevo-. ¿Estás seguro de que estás bien?
Parecía a punto de desmayarse, notablemente débil.
La sonrisa en el rostro de Alonso se amplía.
-Claro que sí, ¿qué podría pasarme?
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¿Qué podría ser? Solo culpa y dolor, pero nada de eso se compara con lo que
Valentina ha vivido.
Ese accidente de coche… le causó amnesia a Valentina.
Valentina aún se siente preocupada por Alonso, y el ambiente se tensa por un
momento.
Viendo esto, Alonso se dirige a Santiago.
-Cuídala bien.
Después de decir esto, Alonso se dirige hacia su lujoso coche aparcado al lado de la calle. Cierra la puerta del coche y se aleja a toda velocidad, mientras Valentina y Santiago se quedan parados, absortos.
Ella reflexiona sobre las palabras de Alonso.
La próxima vez que se vean, él le contará todo.
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¿Cuándo será la próxima vez?
Una mezcla de anticipación y una pizca de tristeza aparece en sus ojos. De repente,
una mano cálida toma la suya, envolviéndola firmemente.
Valentina levanta la vista hacia el rostro de su guapo esposo.
-Vamos a casa.
Santiago la mira con la misma ternura en sus ojos y en su voz.
Valentina sacude los pensamientos de su mente, decidiendo no pensar más en ▾ Alonso». Pero en la mente de Santiago, la reacción de Alonso sigue presente.
¿Así que se fue, así como así?
¿Y le pide que la cuide bien?
El Alonso que conoce, por aquel viejo compromiso, siempre ha sido muy protector con él, especialmente reacio a que se acercara a Valentina.
Y ahora….
Sabiendo que
él es el esposo de Valentina, pensó que al menos habría un
enfrentamiento.
Incluso estaba preparado para ello, pero no esperaba que se fuera de esa manera.
Valentina, aún con la mano quemada que no podía mojarse, se encontraba de pie frente a la puerta del baño, dudando si debía bañarse o no. Durante los días en el hospital, donde contaba con la ayuda de los enfermeros, no se sentía cómoda siendo vista por extraños, así que solo les pedía que le torcieran una toalla para limpiarse un poco. Ya llevaba varios días sin bañarse propiamente y empezaba a sentirse incómoda consigo misma. Valentina no podía soportarlo más; esa noche, decidida,
se bañaría cueste lo que cueste.
Miró su mano y pensó que, si era cuidadosa, tal vez no se mojaría. Con eso en mente, entró al baño. Pero apenas había dado un paso cuando su atractivo esposo entró de
repente y la detuvo.
-Ven aquí -dijo él con un aire de misterio que despertó la curiosidad de Valentina,
quien lo siguió fuera del baño.
En la sala, el proyector mostraba una tras otra las fotos de su sesión de fotos de
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boda. Eran las imágenes de ese día especial. En cada foto, la mirada del hombre se
posaba sobre ella con adoración o sorpresa, haciendo que Valentina recordara el
evento y sintiera un calor envolvente en su corazón.
-Tengo una tarea para ti: elige tu favorita para incluirla en nuestra invitación de
boda dijo Santiago con una voz que desbordaba un encanto magnético.
Valentina se quedó pensativa, pero cuando volteó a buscarlo, él ya no estaba.
–
Está bien, elegiré se dijo con un toque de decepción.
¿Así que le dejaria la decisión solo a ella? ¿No iban a elegirla juntos? Después de
todo, era la boda de ambos. Este pensamiento la hizo detenerse; de repente, estaba
esperando con ilusión el día de su boda, a pesar de haber olvidado los eventos
pasados y solo conocerlos por lo que Santiago le habia contado.