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Capítulo 75



Capítulo 75

Cintia, que no estaba acostumbrada a ser ignorada, cambió su expresión al instante y asomando medio cuerpo fuera del coche, gritó: “¿Qué clase de actitud es esa? Por lo menos merezco respeto, aunque Dorian y tú se hayan divorciado, sigo siendo una persona mayor. ¿Es así cómo tratas a tus mayores? Ni una palabra por teléfono, me bloqueaste y ahora ni siquiera puedes mirarme a la cara, ¿acaso te debo algo?”

Recordar eso, ponía furiosa a Cintia.

Desde que Dorian le advirtió que no buscara a Amelia, ella se habia mantenido a distancia, pero tras oír los rumores de Pamela sobre el divorcio de Dorian y Amelia, no pudo evitar la curiosidad y quiso verificar si era verdad. Como ella no era la madre biológica de Dorian, muchas veces el no le daba mucha importancia y cuando le preguntó sobre el divorcio, solo respondió que todo estaba bien, sin darle ninguna información útil. Ni siquiera la intervención del padre de Dorian servía, ya que desde pequeño, Dorian siempre habia sido de mente independiente y poco le importaban las

opiniones de sus padres.

Había oido que Dorian se había ido de viaje de negocios, entonces aprovechó para ir en secreto a la casa que compartia con Amelia. Pero para su sorpresa, Dorian había cambiado las cerraduras y después de tocar el timbre insistentemente sin obtener respuesta, intentó mandarle un mensaje a Amelia. Solo entonces se dio cuenta de que la había bloqueado, lo que casi la hace explotar de rabia.

Más tarde, intentó contactarla a través de Eduardo y descubrió que Amelia también lo había eliminado.

Supuso que después del divorcio con Dorian, Amelia los había borrado a todos de su vida. Sentía una mezcla de indignación por no ser respetada y un extraño alivio.Content held by NôvelDrama.Org.

No sabia que Amelia estaba en Zúrich y no tenía intención de buscarla, pero ahora que la había encontrado, aún acompañada de Dorian, Cintia y Eduardo decidieron que valia la pena intentar hablar con ella.

Pero ante las acusaciones de Cintia, Amelia actuó como si no las hubiera escuchado, continuando su camino sin

desviar la mirada.

Frustrada, Cintia abrió de golpe la puerta del coche y la siguió.

Cintia era fornida y rápida, además Amelia, estando embarazada, no podia caminar muy rápido. En pocos pasos, Cintia la alcanzó y la agarró fuertemente del brazo por detrás, su voz colérica y contenida la siguió: “Amelia, ¿acaso no escuchaste que te estoy hablando?”

Ella trastabillo por el tirón, a punto de caer.

Recuperó el equilibrio y se giró hacia Cintia: “Si tiene algo que decir, hágalo rápido, estoy apurada.”

Eduardo también salió del coche y haciendo de pacificador, soltó el brazo de Cintia y se disculpó con Amelia: “Meli, no te lo tomes a mal, mi esposa está un poco ansiosa, hace tiempo que no sabemos nada de ti y no estamos seguros de cómo están las cosas entre Dorian y tú. Estamos preocupados por ti. Ya que te encontramos hoy, pensamos en sentarnos a comer juntos y hablar un poco…”

“No hace falta.” Amelia interrumpió suavemente, “Dorian y yo ya estamos divorciados, no somos familia, asi que pueden ahorrarse esa comida.”

Eduardo se quedó paralizado, sospechar es una cosa, pero escuchar la confirmación es otra.

“Sé por qué me buscan.” Amelia apretó los labios y los miró, “No se preocupen, no voy a molestar a su hijo ni a la Srta. Amanda.”

Luego de decir eso, asintio cortésmente y sin esperar una respuesta, se marchó.

El viento otoñal soplaba en su rostro, con un toque de frescura que también hacía que sus ojos se sintieran ácidos.

Amelia inspiró profundamente y levantó levemente la cabeza para evitar que las lágrimas se derramaran.

Nunca habia encontrado difícil tomar una decisión, pero el corazón es de came y al poner sus decisiones en práctica,

todavia centía un dolor sutil

Al llegar al apartamento, llamó a un chico de los mandados, pidiéndole que devolviera la tarjeta de su habitación af mostrador del hotel, con instrucciones de que se la entregaran a Dorian. Después, echó un vistazo al departamento que hacía tiempo no habitaba, soltó un suspiro y arrastró su maleta desde un rincón.

En la azotea del Hotel Esencia, Dorian estaba apoyado en la barandilla, con una mano casualmente metida en el bolsillo del pantalón, observando con calma y sin expresión el ir y venir de los coches y la gente en la calle.

Desde esa altura de más de cien metros, tenia una vista amplia y extraña.

El viento en la azotea era fuerte, haciendo ondear su ropa.

Lorenzo estaba a su lado, pero con la espalda apoyada en la barandilla, los codos descansaban con despreocupación y sus largas piemas estaban cruzadas de manera relajada.

Ambos guardaban silencio, perdidos en sus pensamientos.

“Quiero ver esos resultados de la prueba de ADN que tienes, dijo Dorian finalmente, rompiendo el silencio.

Lorenzo lo miró un momento y sin decir nada, sacó de su bolsillo los resultados de la prueba de ADN entre Fabiana y él, entregándoselos a Dorian.

Dorian los tomo, los desplegó y les echó un vistazo. Sus oscuros ojos no mostraron cambio alguno, luego levantó la

vista hacia Lorenzo.

En el informe de ADN, con letras grandes y rojas, se leia “Confirmado: No hay relación de sangre”.


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